Sergio Maravilla Martínez aplicó a la perfección la táctica que había preparado para defender su corona de los Medianos (CMB) ante Paul Williams: entrar abajo para abrir la guardia de su rival... pero todo se dio más rápido de lo imaginado. Un devastador gancho de izquierda, nocaut en el segundo round y dulces sueños para el yanqui. El quilmeño sigue demostrando que está a la altura de los mejores boxeadores de la actualidad.

Cuanto más altos, más fuerte caen, reza el dicho popular y, si no lo creen, a partir del combate de anoche pueden preguntarle a Williams (39-2 / 27 nocauts) si esta afirmación es cierta o no. Con un alcance de brazos casi 20 centímetros mayor a la de Martínez (46-2-2 / 25 nocauts), el norteamericano jamás pensó que sería noqueado, y menos de la forma espectacular en la que que besó la lona del Boardwalk Hall de Atlantic City, en apenas 5 minutos de combate.

Ni bien comenzó el pleito, el Punisher había salido a buscar a Maravilla, sin embargo, en su intento lo único que logró fue recibir los primeros impactos claros por parte del defensor del título, incluyendo una rapidísima combinación de cuatro golpes en su rostro. Hasta allí todo se daba como se preveía, con el argentino achicando la distancia, para trabajar en la zona blanda del retador, buscando así que abriera su guardia y, ahí sí, conectar arriba.

La crónica, inevitablemente se detiene abruptamente en el minuto 2 del segundo round. Es en ese momento cuando el quilmeño, continuando lo mostrado en la vuelta anterior, amaga conectar abajo, saliendo por derecha y, al verlo abierto -porque realmente lo vio, no tiro por tirar-, impactar de lleno el mentón de Williams quien se desmoronó espectacularmente ante la algarabía de los argentinos, latinos y españoles presentes en el estadio.

Se sabía que Martínez no quería dejar espacio a la duda, algo que había sufrido en la polémica decisión mayoritaria que lo indicó como perdedor del primer choque ante el moreno en diciembre pasado. Por eso, junto a su entrenador Gabriel Sarmiento, habían trabajado en potenciar aún más sus puños en la búsqueda de tirar a la torre de Georgia antes de la campanada final. El plan funcionó a la perfección, no solamente por lograr uno de los nocauts más impresionantes de los últimos tiempos, sino también para acallar definitivamente aquellas voces que todavía se niegan a reconocer al crédito de Quilmes como el gran campeón que es.

Cómo él quería, no quedaron dudas de quién era el más grande de estos dos excelentes púgiles. Ahora, que se vengan los Mayweather y los Pacquiao.