A la hora de la charla se la nota segura de lo que quiere. Es que, a pesar de saber que convive con un medio invadido por el machismo, Salomé Di Iorio tiene bien en claro que el fútbol es parte de su vida. Luego de una extensa carrera y de lucharla demasiado, la arbitra internacional quilmeña disfruta de los logros conseguidos y sigue apostando a más, pese a saber lo poco valoradas que son las mujeres dentro del deporte más popular.

- Te lo preguntarán siempre, pero estaría bueno saber de donde adoptaste tanta pasión por el fútbol.

- En realidad, siempre me gustó. Desde muy chica iba la cancha con mi papá y mamá. Pero lo jugué en un momento en que no había escuelita para mujeres y me anoté en la de varones. Me acuerdo que el “Indio” Gómez (NdeR: uno de los grandes ídolos del QAC) tenía una en el Polideportivo y en el equipo éramos diez varones y yo (risas). Por razones obvias, no sé que cantidad de esguinces tuve en los tobillos. Mi fuerza no era la misma que la de un hombre y vivía lesionada. Después de eso, se complicó para seguir porque el único club que tenía un equipo femenino era Independiente y terminé jugando con los amigos del barrio y mis compañeros de colegio.

- ¿Y tenías alguna posición en la que te destacaras en la cancha?

- Si, jugaba de mediocampista, tengo habilidad con la pelota. Pero como no pude continuar jugando de una manera más “profesional”, decidí involucrarme en el arbitraje con la única intención de poder intervenir en las discusiones futboleras, porque siempre mi opinión era descalificada.

- ¿Desde un primer momento te interesaste por el arbitraje?

- La verdad que nunca me imaginé desarrollándolo como un trabajo, sino que quería hacer el curso solo para aprender la parte teórica.

- ¿Y por qué no elegiste el curso de DT?

- Quise hacerlo, pero en ese momento era terciario y yo estaba en la secundaria. Encima, ya había elegido seguir abogacía y se me hubiera hecho muy complicado. En cambio, el curso de árbitros, lo hice paralelamente con el final de la escuela. Me acuerdo que fue un esfuerzo importante, porque era por la noche en la sede de la AAA (Asociación Argentina de Arbitros) en Flores y viajaba en colectivo…

- Lo que puede una pasión...

- Si, pero todo por conocer más a fondo el reglamento. Porque el curso, realmente, me empezó a gustar en el 2º año, cuando comenzamos con las practicas en el campo. Es más, me acuerdo que muchas veces no se llegaba a la cantidad de varones para formar dos equipos y a mi me mandaban a dirigir o a la línea y yo les decía “No, prefiero jugar”… Pero después todo fue cambiando hasta que en el 2001 entré a la AFA.

- ¿Tuvieron que convencerte para que termines el curso?

- No, mi familia pensaba que era un capricho de la edad, una locura más de las tantas ligadas al fútbol. Pero con el correr de los años, se dieron cuenta que no era un juego. Hoy por suerte llegué a ser árbitro internacional y lo hago con una dedicación total, como toda vocación. Obviamente, también tiene sus sinsabores, pero lo disfruto a la par de mi profesión de abogada.

- Me quedo con esto último, ¿era lo que imaginabas de chica el mundo del fútbol o te decepcionó en algo?

- En realidad, creo que me metí en el arbitraje porque tenía 16 años y no era muy conciente del mundo con el que me iba a encontrar. No tenía idea del machismo que reinaba en el fútbol, yo pensé que me desacreditaban solo por no saber, no por ser mujer. Nunca pensé que no iba a avanzar, pese a estar por encima del nivel de algún colega, simplemente porque ellos son hombres. Y eso aun lo vivo a diario. Pero cuando uno empieza no se detiene a pensar en lo difícil que puede ser el camino.

- Es lógico, se piensa en positivo y no en los problemas que pueden aparecer.

- Pero inclusive, te digo que muchas veces se ensañan en una cancha por el simple hecho de ser mujer. O sino está el jugador o el técnico que viene después de un partido, te felicita y te dice “La verdad que dirigiste mucho mejor que un hombre”... ¿Por qué? Decíme que dirigí muy bien, no necesito la comparación.

- ¿Cuál fue el acto discriminatorio más grave que sufriste dentro de una cancha?

- En cuanto a las agresiones verbales que podés llegar a sufrir, no hay diferencia con lo que le pasa a los hombres. Aunque hay canchas más difíciles que otras. Sobretodo, cuando te toca ser juez de línea, ya que tenés a la gente más cerca tuyo. A mí han llegado a agarrarme de la colita del pelo y tirarme para atrás. Lo hacen para intimidarte.

Una carrera en continuo crecimiento

- ¿Qué recorrido tuviste que hacer hasta llegar al lugar en el que estás hoy?

- Empecé como asistente en el fútbol infantil, luego juvenil, después fui a la Primera D, la C y Primera B y como arbitra, aparte de inferiores, dirigí en Reserva y fui cuarto arbitro de Primera. Además, soy internacional desde el 2004 y tuve la chance de dirigir el Sudamericano Femenino Sub 20 en el 2006 y el año pasado en el Sub 17 que se disputó en Chile.

- ¿Fueron tus mayores logros?

- Si, totalmente. Pero todavía no alcancé mi principal aspiración. Después de haber estado en encuentros de River y Boca en reserva y en el torneo femenino o de haber participado del encuentro entre Quilmes y Argentino, que por ser quilmeña tuvo un sabor especial, me gustaría estar en algún Mundial o en los Juegos Olímpicos.

- ¿Y hasta donde crees que vas a poder llegar?

- Si me lo preguntabas hace seis o siete años atrás, te hubiese dicho Primera. Ahora, soy conciente que por mi edad (28 años) y por lo estancadas que estamos, comparadas con los hombres, no voy a llegar a esa meta. Igual, me gustaría que tomen una decisión concreta sobre el arbitraje femenino. Hasta el momento, no tuvimos ninguna respuesta y lo único que pedimos es tener el mismo trato y las mismas posibilidades de evaluación que los hombres.

- ¿En ningún momento pensaste en abandonar la profesión?

- No, nunca tuve dudas de lo que siento por el arbitraje. Seguramente, en el caso de las mujeres, cuando deseamos tener familia, la carrera pasa a segundo plano y eso puede alejarme. Pero por ganas, no. Si fuera por mí, dirigiría toda la vida.

- ¿Sentís que tu imagen y tu nombre pueden ser un referente para las chicas que recién comienzan?

- Sí. De hecho muchas de las chicas que están ahora, empezaron el curso por vernos a nosotras. Cuando yo arranqué éramos cuatro apenas. Me siento reconocida por mis pares, por eso estoy muy agradecida a todas las chicas.

- Antes de empezar el curso tu palabra no era autorizada entre tus conocidos, ¿ahora sí lo es?

- (Risas) Sí, me llaman cada vez que ven una jugada dudosa y me preguntan “¿qué opinás, fue penal?” o “¿estuvo bien la roja?”. Logré ser acreditada.